jueves, 1 de febrero de 2024

Tarjetas bonitas

 Viendo una revista infantil olvidada sobre una mesa, la frase salta a la vista:

"Caja de regalo dorada y tarjetas bonitas".

A veces eso es todo lo que basta: y queremos detenernos ahí, hasta ahí el mundo tiene sentido, un sentido.

Pero ese estado de suspensión sólo dura un instante, y enseguida la cruda realidad... pero, ¡no! La cruda realidad es otra. La cruda realidad es que tu vida podría tener esa magia de un mundo bello. A pesar de todas las desgracias. Que en el fondo son accesorias a lo que es real: la felicidad. Sí, esa es nuestra locura, ya que hemos llegado a hablar de ella. Toda la realidad es bella, incluso en el lugar más oscuro. Nuestra madurez como seres humanos consiste en eso, en elevarnos por encima de las contingencias. Descubrir el canto de la belleza y el amor en todo. Esa es la cruda realidad. Que nuestra vida podría ser alegre como la de la niña que lee esa frase y sueña con cómo serán esos juguetes prometidos. Podría ser así pero somos nosotros quienes borramos ese hecho con nuestro miedo y el peso de nuestras heridas.

Pero siempre hay motas de polvo flotando en el sol de cualquier estación.

Puestas de sol de iridiscentes dorados.

Hay progreso noble y sudor esforzado por nobles causas.

El tejido imperceptible del amor que se va entretejiendo mientras las palabras, los aciertos y los desaciertos, los encuentros y los desencuentros van y vienen.

Dios bendiga a la inocente alma que todavía es capaz de pensar en algo tan sencillo como esas dos palabras, "tarjetas bonitas", y dejarlas así, sin más añadidos, sabiendo, o intuyendo, que a la niña que está al otro lado le bastan para formar parte del mundo mágico de la infancia y la inocencia.

miércoles, 13 de marzo de 2019

20190313 (Dolores O'Riordan)

En la radio suena una canción de Cranberries.
Me interesa saber más sobre la banda, y sobre todo sobre la cantante.
Una mujer artista siempre me ha parecido especialmente valiente, porque seguro que lo ha tenido más difícil y ha tenido que vencer más barreras.

Sobre todo en generaciones anteriores a la actual. Todo era más difícil cuanto más atrás en el tiempo vamos (en general, también).

Me interesa saber en qué pensaba la banda, de dónde surgen, qué les hace componer y tocar como lo hacen. El sonido de algunas canciones es descarnado e intenso, casi doom por el ritmo y el sonido saturado.

Veo que la banda tuvo varios momentos de tensión de los cuales afortunadamente se recuperó. La monotonía y el estrés de las giras. Uno de los componentes quería "estar con los colegas y ver el fútbol". Otro viajo largo tiempo por el mundo "con la mochila en la espalda". En fin, hicieron lo que deseaban, lo que les pedía el cuerpo.



Empiezo a leer sobre la cantante, Dolores O'Riordan. Admirable me parece lo que leo sobre su vida personal. Una persona convencida de sus creencias, no avergonzándose de decir lo que piensa.

A medio camino descubro con dolor la situación actual. Ella murió joven, probablemente por un error, fruto de esas tensiones que trae la vida.

No me gusta escribir sobre asuntos tristes. Una muerte es siempre triste, y más si es de una persona relativamente joven y además un artista con talento. En el caso de Dolores se junta todo.

Imagino la melancolía del resto de la banda, al reunirse, porque saben que aunque quisieran ya nunca podrán reformar el grupo, experimentar esas emociones que sin duda recuerdan con emoción.
Desgraciadamente, debe de ser algo no tan infrecuente en el mundo de la música; todos conocemos varios ejemplos.

Lo que me ha hecho escribir es sin embargo otro pensamiento. Tiene que ver con un par de cosas que he publicado recientemente en varios blogs.
- ¿Qué tiene que ser la vida?
- ¿Por qué y de qué sentimos nostalgia?

Desearía que esos amigos se juntasen y fueran conscientes que la vida es una y es efímera, y que ellos hicieron algo grande. Desearía que se sintieran contentos de haber hecho eso grande. Que analizaran con objetividad si se ven capaces de seguir haciendo grandes cosas y las hagan en caso afirmativo, pero que no se castiguen por no haber seguido prolongando algo que fue épico en su momento pero tenía que tener un final.
Evitemos el pensamiento nostálgico en cuanto a doloroso. Nostalgia tiene -algos: dolor. No, renunciemos a esa visión dolorosa de "cualquier tiempo pasado...".

Cojamos lo bueno del pasado, y sobre lo malo, apliquemos, con un poco de socarronería, lo que dicen Pantera: Yesterday don't mean shit.
Seamos conscientes del momento que vivimos y digamos como The Real McKenzies: It's the best day 'til tomorrow.

Dolores en la Wikipedia

20190312

Niñas,

Sabed que hay gente tóxica. Cuando se es joven, se les sufre especialmente. Luego, cuando los años han pasado, te haces inmune a ellos. Es un proceso gradual y espontáneo; lo bueno es precisamente su espontaneidad: no vais a tener que hacer nada especial para que deje de importaros lo que digan o piensen. Pero al mismo tiempo, esto es una desventaja, porque no conozco una técnica efectiva que permita acelerar ese resbale.

En las épocas de la adolescencia es precisamente cuando más daño os pueden hacer. Es una época en la que empezáis a volar por vosotras mismas, y por tanto, no podemos protegeros tan efectivamente de las toxicidades. Por supuesto, esto es en última instancia bueno y esencial. Debéis aprender por vuestra cuenta (y querréis hacerlo, de hecho). Una de las pegas es que en algún momento tendréis que lidiar vosotras con lo que encontréis en vuestro camino, aunque nosotros queramos apoyaros.

Es todo parte de la evolución normal como personas, salvo que os topéis con algún caso verdaderamente anómalo, en cuyo caso no debéis intentar afrontarlo en solitario. Debéis buscar ayuda.

En la época adulta os iréis enfrentando a más casos. Puede que en vuestros estudios o vuestros trabajos. Poco a poco iréis viendo cómo os vais endureciendo, en el buen sentido de la palabra.

Me vienen a la mente dos o tres casos recientes, en los que las personas han sido tóxicas sin darse casi cuenta de ello, o dándose cuenta sólo levemente. Estos medios informáticos de los que disponemos hoy día permiten que se evidencien estos comportamientos con mayor facilidad.

Digamos que el factor dominante en esta toxicidad ha sido la vanidad. La vanidad es levemente tóxica; no es la emoción que suele ser más dañina, pero puede llegar a ser muy dañina cuando desemboca en implicar el menoscabo de una persona.

La vanidad me parece las más de las veces una llamada desesperada de atención. El vanidoso busca apreciación, porque en el fondo necesita cariño. Suele concurrir haber tenido mucha atención durante la infancia, y en muchos casos, una ruptura dolorosa de esa infancia.

La vanidad comienza a ser dañina cuando invade nuestra forma de vivir o incluso de entender las cosas. Suele ser difícil saber exactamente por qué nos está causando daño una persona vanidosa pero sabemos positivamente que nos lo está haciendo. Lo notamos aunque no sepamos definirlo. Muchas veces, es casi imposible identificar que la causa del daño está en una vanidad.

Por ejemplo, una opinión no compartida que se te declara como una verdad que no admite discusión puede ser un tipo de toxicidad con origen en la vanidad. Una noticia compartida por vanidad puede ser tóxica si lleva implícito el mensaje de que se esperaba que el receptor estuviera al mismo nivel pese a que se sabe que no va a poder estarlo.

La vanidad y la soberbia están claramente emparentadas, por otra parte.

En nuestro poder está la capacidad de frenar esta toxicidad invocando a la racionalidad y siendo consciente de lo intranscendente que es la vanidad en una existencia finita y efímera como la nuestra. Recordando también que el honor y el renombre no se reclaman, sino que se ganan. Si podemos, debemos dar cariño a esa persona que quizá por pura necesidad y sin ser consciente está enviando una llamada de auxilio mal formulada.

lunes, 11 de marzo de 2019

20190311

De este fin de semana recién claudicado, destacaría lo siguiente:

- Sábado, día de campo prácticamente improvisado.

Primeras flores violetas y amarillas y cantos de pájaros.

Se nota ya ese cambio de estación que siempre me hace pensar en temas artúricos.

Cogimos una mariposa roja que por supuesto luego liberamos.

- Domingo.

Comida con toda la familia, y unas carreras por el lago de los patos.

Un tiempo excelente ambos días.

miércoles, 27 de febrero de 2019

20190226

Hay mucho sobre lo que pensar.

Te dicen "piensas demasiado", como si fuera algo malo. Pero hombre... ¡si hay que pensar! Precisamente pensar es lo que nos salva. Pensar de la forma correcta, eso sí. Pensar adecuadamente es la cirugía que puede eliminar el dolor que a veces proponen tapar con analgésicos.

El mundo "oficial" pintado por series y películas aceptadas lleva al dolor.
Se implantan en nuestra psique historias "perfectas" y vidas bellas, hermosas y felices.
Una cosa así debería estar perseguida por cualquier tipo de institución moral o ética. Lo digo de otra forma: no es ético ni moral recibir esas fabulaciones irreales. Está bien, podrían tolerarse, igual que se tolera (y es bueno) el vino para los adultos y en pequeñas cantidades. Pero a lo que asistimos cada día es a lo contrario, a una intoxicación impuesta por las televisiones y demás anejos de propagación cultural. Es tan erróneo e inmoral como dar de beber grandes cantidades de alcohol a un niño; porque no estamos maduros (generalmente) para absorber la cantidad de modelos falsos que nos transmiten esas manifestaciones culturales.

La vida no suele ser fácil. La vida no suele estar exenta de desgracias y de palos.
Debemos aprender a aceptar que es así. De esa conciencia y experiencia aflorará la necesitada convicción de que la vida es bella a pesar de todo. Muchos luchan y sufren por "aceptar que la vida es bella a pesar de sus cosas negativas". ¿Por qué luchan y sufren? Porque el convencimiento de esa idea no es fácil. ¿Por qué no es fácil? Por una parte, porque la naturaleza humana, por supervivencia, se acomoda fácilmente a lo agradable y huye de lo desagradable. Pero ese no es problema. El problema está en la otra razón: estamos sobrecargados de imágenes irreales (películas, anuncios, series, novelas...) en las que se nos muestran supuestas "vidas perfectas", "familias perfectas". Como es imposible (para la media) llevar una vida como la reflejada en esas imágenes tan intensamente repetidas, llega la disonancia, la tensión, el sentirse incluso culpable ("algo haré mal si no soy capaz de tener una vida tan buena"). Llega el tardío desengaño al advertir esta mentira, cuando ya es tarde y se ha sufrido en vano por un espejismo que sólo se descubrió tras mucho sufrimiento.

Se oculta en esta cultura occidental del siglo XXI la enfermedad, la muerte, el trastorno.
Por otra parte, de una forma totalmente infantil, las noticias tratan estos temas con brutalidad; en teoría, para "informar"; en realidad, para conseguir audiencia apelando a la empatía, al morbo y al horror. Esto tiene el paradójico efecto de, en lugar de hacernos más conscientes de la realidad, aumentar nuestra sensación de distancia entre la realidad donde ocurren cosas malas y la vida ideal en la que todo es de color rosa.

Si por el contrario, sin ahondar en el drama, sin dejar de luchar por eliminar lo negativo, sin que sea excusa para dejarse caer en el nihilismo o la apatía, se describiese la vida como es, la necesidad del sacrificio, la presencia de la enfermedad, la certeza de la muerte ¿no viviríamos vidas más plenas, más honestas?

Hay que repudiar esas mentiras estéticas, hay que crecer con optimismo pero con una mirada consciente a nuestra existencia.