jueves, 1 de febrero de 2024

Tarjetas bonitas

 Viendo una revista infantil olvidada sobre una mesa, la frase salta a la vista:

"Caja de regalo dorada y tarjetas bonitas".

A veces eso es todo lo que basta: y queremos detenernos ahí, hasta ahí el mundo tiene sentido, un sentido.

Pero ese estado de suspensión sólo dura un instante, y enseguida la cruda realidad... pero, ¡no! La cruda realidad es otra. La cruda realidad es que tu vida podría tener esa magia de un mundo bello. A pesar de todas las desgracias. Que en el fondo son accesorias a lo que es real: la felicidad. Sí, esa es nuestra locura, ya que hemos llegado a hablar de ella. Toda la realidad es bella, incluso en el lugar más oscuro. Nuestra madurez como seres humanos consiste en eso, en elevarnos por encima de las contingencias. Descubrir el canto de la belleza y el amor en todo. Esa es la cruda realidad. Que nuestra vida podría ser alegre como la de la niña que lee esa frase y sueña con cómo serán esos juguetes prometidos. Podría ser así pero somos nosotros quienes borramos ese hecho con nuestro miedo y el peso de nuestras heridas.

Pero siempre hay motas de polvo flotando en el sol de cualquier estación.

Puestas de sol de iridiscentes dorados.

Hay progreso noble y sudor esforzado por nobles causas.

El tejido imperceptible del amor que se va entretejiendo mientras las palabras, los aciertos y los desaciertos, los encuentros y los desencuentros van y vienen.

Dios bendiga a la inocente alma que todavía es capaz de pensar en algo tan sencillo como esas dos palabras, "tarjetas bonitas", y dejarlas así, sin más añadidos, sabiendo, o intuyendo, que a la niña que está al otro lado le bastan para formar parte del mundo mágico de la infancia y la inocencia.

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