domingo, 30 de septiembre de 2018

20180930

Recuerdo una gran nube que venía del Este, por la tarde. Luego, la puesta de Sol desde el coche, impresionante, naranjas, rosados, dorados. Horizonte, nubes enormes, y en el espacio entre ambas líneas, el sol.

Un mensaje de antiguas amistades.

Hoy hemos ido a comer y pasar el día donde mi madre. Inesperadamente, han venido M. y G. y K. Digo inesperadamente porque tenían un cumpleaños. Hemos estado bastante tranquilos y el arroz estaba buenísimo.

He hojeado los viejos tebeos de Tintín, aunque sólo un par de páginas. Encomiable esa capacidad de crear aventuras desde la primera página.

He podido repasar las reglas de algunos juegos que quería mirar. Y he podido comprar algunas cosas como libretas y un Pilot negro. También unos excelentes plátanos a buen precio. La mayoría estaban demasiado maduros (de ahí a lo mejor el precio reducido), pero los que he escogidos estaban muy bien.

Las niñas lo han pasado bien patinando y jugando en el parque. Hasta hemos visto a un pequeño gato blanco. Qué recuerdos la zona en la que estaba. De pequeño, las cuestas se dibujaban en caminos y senderos. Ahora, visto desde mis años, entiendo que esos senderos eran caprichos de las lluvias y las raíces. Para los pies de un niño, eran la obra de quién sabe qué tránsitos de mayores y seres mágicos.

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